Entre cencerros y cañadas

Las rutas naturales han tenido un papel relevante para los desplazamientos de los animales desde el Paleolítico y de los hombres que los seguían para procurarse de alimento. Estas rutas son seguidas posteriormente por los pastores con sus ganados, dando lugar a la formación de vías pecuarias que han perdurado en el tiempo hasta nuestros días. Estas vías ganaderas constituyen una red de comunicaciones vital para la actividad pastoril que se consolidó en el siglo XIII con la Mesta.

El pastoreo es una práctica ganadera muy beneficiosa para la naturaleza. Las ovejas, a su paso, evitan a la erosión del terreno regenerando el suelo y evitando futuros incendios y van creando una capa de fertilizante natural que ayuda a la conservación del ecosistema natural. En un metro cuadrado de tierra pastoreada pueden crecer hasta cuarenta especies vegetales diferentes.

Un entramado de rutas para disfrutar

La longitud total de las vías pecuarias españolas es de 125.000 kilómetros y ocupan una superficie de 425.000 hectáreas, lo que representa el 1% del territorio nacional. En la provincia de Valladolid hay 4129 km de vías pecuarias entre cañadas, cordeles y veredas, que junto a abrevaderos, descansaderos, majadas, puentes, chozos, apriscos, teleras, lavajos y corrales, forman parte de un rico patrimonio cultural y natural que invitamos a recorrer, bien por medio de la trashumancia, si son recorridos de más de 101 km, o por medio de la trasterminancia, si son recorridos de menos de 100 km.

Por la provincia de Valladolid pasan 5 Cañadas Reales de las 9 que atraviesan España: Real Leonesa Occidental, Real Leonesa Oriental,  Real Burgalesa, Real Soriana y Cañada Real de la Plata.

Arquitectura popular

Los chozos, son las construcciones que utilizaban los pastores para instalarse a lo largo de su camino. En las zonas del páramo vallisoletano son construcciones sencillas, circulares, a la piedra seca de mampostería, con cubierta de bóveda de cañón y en ocasiones con un sistema de entramado de ramas, piedras y tierra. A veces son montables y desmontables como las tiendas de campaña pero realizadas con ramas y en otras ocasiones de tapial y adobe, sobre todo en Tierra de Campos. Al lado del chozo siempre hay un aprisco, corral o telera para recoger al rebaño y protegerlo de las inclemencias del tiempo y del lobo. 

La provincia de Valladolid posee cientos de chozos, algunos agrupados en barrios, como el que encontramos en Quintanilla de Abajo. Aquí se reunían los pastores y esquiladores en los meses de mayo y junio para esquilar la lana de las ovejas, poder lavarla en el río Duero y llevarla bien limpia a los mercados de lana, como el de Medina del Campo. 

Encontramos ejemplos de chozos en el Valle Esgueva, en el Cerrato Vallisoletano, en los Montes Torozos, en Tierra de Campos, a lo largo de la  Ribera del Duero y Valle del Pisuerga y por supuesto en el Páramo de la Churrería. En Cogeces del Monte hay un Parque Etnográfico Pastoril con uno de los chozos de piedra más bonito de la provincia.

 El río Duero y el río Pisuerga se convirtieron en ejes vertebradores del pastoreo en Valladolid, gracias a sus aguas y a los pastos que los rodean.

Churras, merinas y otros animales de compañía

La raza de oveja merina, autóctona de España, ha poblado todos los continentes menos la Antártida. Su lana fina, blanca y sedosa inundó y monopolizó los mercados europeos en el siglo XVI , constituyendo el principal motor económico de nuestro país. 

La oveja churra es originaria de Castilla y León y se encuentra sobre todo en el Valle del Duero. Alfonso X el Sabio ya habla de ellas en el siglo XIII. Producen leche con la que se hacen los deliciosos quesos vallisoletanos y abastecen de carne. El plato estrella de la provincia de Valladolid es el lechazo asado o en pincho al sarmiento. Era tan importante esta raza de ovejas que dio nombre al Páramo de la Churrería, un espacio que comparten las provincias de Segovia y Valladolid

 Los mastines y careas, son los perros que acompañan al pastor y son los compañeros más inteligentes del rebaño. Los mastines protegen de los lobos y otros peligros y los careas guían al rebaño.

Todos los rebaños llevaban cabras para poder abastecerse de leche. La leche de las cabras es la más parecida a la leche humana y no produce intolerancias.

El legado de la cultura pastoril

Del pastoreo destacamos el rico patrimonio cultural que nos ha legado y que sigue vivo en la mayoría de los pueblos vallisoletanos, reflejado en la toponimia, en las fiestas y tradiciones, en la trasformación del paisaje, en la gastronomía y en la tradición oral a través de dichos, leyendas, romances y canciones. El pastoreo es parte de nuestra identidad social, económica y cultural. Los trabajos de la lana han permitido calentarnos, vestirnos y crear industria y economía en torno a un producto de lujo que enriqueció las tierras castellanas.

La cultura pastoril es un patrimonio etnográfico y antropológico riquísimo que es preciso conservar y recuperar para evitar caer en el olvido. La Diputación de Valladolid pone en valor esta riqueza cultural a través del proyecto de turismo cultural ENTRE CENCERROS Y CAÑADAS EN LA PROVINCIA DE VALLADOLID, te invita a recorrer las vías pecuarias antiquísimas y poder conocer el territorio vallisoletano conectando con la naturaleza, la cultura y la gente de una manera auténtica y diferente.

Ilustraciones: Antonio del Hoyo

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